En los últimos tiempos podemos observar como los destinos apuestan cada vez más por el “turismo de experiencias”. Un término repetido hasta la saciedad, que en realidad esconde un tipo de desplazamiento motivado por las emociones, la autenticidad y el aprendizaje mediante la interactuación con el medio y con la población visitada.
No es extraño que dentro de las nuevas formas de viajar, hayan surgido propuestas enfocadas a segmentos con inquietudes en torno al mundo del vino. En ellas, el visitante aprende a través de la experiencia. Puede vivir el destino con intensidad, haciendo una inmersión completa en él para conocerlo desde dentro, estando en contacto directo con sus gentes, sus costumbres y su gastronomía.
Pero el turismo enológico no es sólo una moda temporal, pudiendo suponer una gran oportunidad para algunos destinos. Las zonas vitivinícolas, lugares privilegiados que cuentan con extensiones de viñedo, equipamientos e infraestructura para su producción y comercialización, pueden sacar partido de esta tendencia que, sin duda, ha llegado para permanecer en el tiempo.
El vino es el eje vertebrador, un elemento dinamizador de las regiones con viñedos con el que muestran su verdadera identidad, pero en torno a él se articulan infinidad de servicios que suman y aportan valor a las visitas. Y es que el turismo enológico marida a la perfección con muchas otras actividades. Está muy vinculado con el gastronómico, pero también ligado a la historia de la región, representada gracias a los restos de su patrimonio cultural e industrial, sus paisajes y su arquitectura.
España es uno de los principales países productores de vino junto con Italia y Francia, por lo que el enoturismo tiene unos excelentes pronósticos futuros. La mayor parte de zonas vitivinícolas ya realizan una promoción conjunta de su gastronomía y oferta enológica, pero sin duda, tenemos mucho que aprender. El destino de referencia en este campo es La Rioja, a la cabeza en la comercialización de packs y de experiencias e incluso ofertando formación específica para los trabajadores del sector.
Una forma de visibilizar y promocionar esta tipología de turismo es la conmemoración del Día Europeo del Enoturismo, que se viene celebrando desde el año 2009, promovido por la Red Europea de Ciudades del Vino (RECEVIN).
Coincidiendo con esta fecha, los diferentes destinos vitivinícolas nos ofrecen variadas e interesantes propuestas con programas de actividades donde se entremezclan maratones, catas, talleres, visitas guiadas, tratamientos de salud y belleza, cursos, rutas de senderismo, en 4×4, en catamarán, en tren, en bici, viajes en globo, picnics, paseos a caballo o segway entre viñedos…
No es necesario saber de vinos para tener un primer acercamiento a este mundillo en el que, quien prueba repite. ¿Hacemos enoturismo?
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